Cinco aprendizajes que he aprendido sobre el cuidar a los demás

viernes, Ene 14
cuidar a los demás

Cuidar a los demás no es lo mismo que sobreproteger. Puedes guiar y acompañar, pero hacer por lo demás lo que ellos pueden y deben aprender a afrontar es perjudicial. Suplir el aprendizaje de otro puede ser un comportamiento dañino y narcisista. 

Cuidar de los demás puede parecer agradable, pero no será el motivo por el que elijan estar contigo. Cuando confundimos cuidar con la complacencia, puede ser porque de alguna manera creamos que es una forma efectiva de asegurar el vínculo con los demás. Las personas que te quieran lo harán incondicionalmente y también cuidarán de tí. 

Cuidar no es una obligación y menos si va en contra de abandonar tu propio autocuidado. El sacrificio constante si es a costa de uno mismo será desgastante, podrás cuidar a nadie a menos que tú misma estés mínimamente estable. 

Cuidar va de proporcionar al otro lo que necesita, no lo que tú necesitarías o necesitaste en ese momento. Cuando no damos los cuidados necesarios puede favorecer el resquemor en el otro y el sentimiento de no ser visto ni validado emocionalmente. 

Cuidar a otra persona no debe servirte a tí para obtener lo que tu deseas, sino lo que el otro no está pudiendo hacer y necesita o quiere. Si cuidas con condicionantes no estás cuidando, estás manipulando al otro. 

Os cuento una experiencia personal que he tenido este año sobre cuidar a los demás.

Desde la pandemia he tenido un ritmo frenético de trabajo, y no me quejo de ello, pero soy perfectamente consciente de cómo afecta trabajar sin descanso. 

Además, mucha parte de mi trabajo es ayudar a que las personas alcancen su autocuidado y se den valor, y confieso que últimamente me sentía como una impostora ¿Cómo voy a decirle a alguien que es importante cuidarse si yo misma me estoy desgastando? ¿Cómo voy a plantear a una persona la necesidad de poner límites si yo misma estoy sobrepasando los míos? 

He tenido que parar y replantearme muchas cosas. Mi sector profesional, mi forma de trabajo, mis hábitos, mi ritmo de vida y hasta dónde y en qué dirección quería llegar. Y a día de hoy sigo en ello. 

Los psicoterapeutas también estamos expuestos al estrés, al miedo, a la incertidumbre, a la precariedad laboral, a las dificultades personales. Este año ha sido mi evolución lenta y gradual al autocuidado. Y considero que no he alcanzado la meta porque nunca se alcanza, me he dado cuenta de que es un trabajo diario y que todavía me queda. He decidido parar de dar palos de ciego. Parar y dedicarme a mi estabilidad. Ponerme en el centro de mis elecciones y apostar por lo que yo creo que necesito, más allá de lo que otro pueda pensar qué es lo que mejor me conviene. Aprender a ejercer mi derecho de decir que no, de decidir y reafirmarme.